Las comunicaciones publicitarias de fines del siglo XIX se concentraban en lo descriptivo y en la exageración de las virtudes del producto anunciado. En los últimos cincuenta años, los mensajes publicitarios se concentran en los apetitos y los deseos de la gente. En este proceso, el juego se vuelve culturalmente delicado, ya que las fantasías y los deseos de la gente se transforman en el materia de intercambio, y los objetos y servicios se transforman en símbolos de posición social y valores culturales. El mundo se enfrenta a una variada serie de propuestas visuales – imágenes – que deben aceptarse o rechazarse. El autor analiza a través de esta obra, ese a veces incontrolado, a veces oculto mundo visual y el poder de las imágenes que lo componen